La presión alta en una caldera de gas puede ser un problema grave que afecta tanto la eficiencia como la seguridad del sistema. Generalmente, la presión en una caldera doméstica debe mantenerse entre 1 y 2 bares cuando está en funcionamiento. Si la presión supera estos niveles, puede indicar un problema técnico o un mal uso del equipo.
Una de las causas más comunes de alta presión es el exceso de agua en el circuito del sistema de calefacción. Esto puede ocurrir si se sobrecarga la caldera al rellenar el agua manualmente. Además, una válvula de llenado defectuosa o un vaso de expansión dañado pueden impedir que el sistema regule la presión de manera adecuada.
Las consecuencias de una presión alta incluyen fugas de agua, daños en las tuberías o radiadores, y en casos extremos, fallos graves en la caldera. Por ello, es crucial revisar periódicamente el manómetro de presión y purgar los radiadores si es necesario.
Si el problema persiste, es recomendable contactar a un técnico especializado para inspeccionar la caldera, ya que manipularla sin conocimientos adecuados podría agravar el problema o poner en riesgo la seguridad del hogar. Mantener la presión en niveles óptimos asegura un sistema seguro y eficiente.
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