El gas natural es una de las energías fósiles de nueva generación, su uso doméstico e industrial es relativamente el más extendido. Se ha ido formando durante millones de años por la descomposición anaeróbica (sin oxígeno) de grandes cantidades de restos de organismos muertos depositados en el que entonces había sido el fondo del mar o de un lago. Versátil, más limpio y más puro que otros combustibles fósiles, el gas natural está compuesto en un porcentaje muy elevado por gas metano, y se corresponde a la parte más ligera de los hidrocarburos.
El gas natural se extrae directamente de los yacimientos petrolíferos, de carbón o de yacimientos independientes. En ocasiones, aparece mezclado con otras sustancias como el petróleo, mientras que otras veces se encuentra en un estado libre (es decir, en yacimientos que únicamente contienen gas natural). Se puede presentar de dos formas:
El gas natural seco es predominantemente metano (60% -95%), pero puede contener cantidades apreciables de etano (5% -20%) según la región donde se encuentre. Una vez extraído, el gas natural no requiere procesos de transformación química para su suministro.
Este gas es la segunda fuente de energía fósil que más se consume en el mundo y en España, por detrás de los productos petrolíferos.
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