
El mantenimiento de una caldera no solo es importante para su buen funcionamiento, sino que además es obligatorio según la normativa vigente (RITE). La frecuencia depende del tipo de instalación:
Calderas de gas (natural o propano): se recomienda una revisión cada 2 años, aunque lo ideal es realizar un mantenimiento anual, especialmente si se usa con calefacción y A.C.S.
Calderas de gasóleo: requieren revisión anual obligatoria, ya que la combustión del gasóleo genera más residuos.
Calderas de pellets (biomasa): también necesitan un mantenimiento frecuente, con limpieza semanal y revisiones anuales para garantizar su eficiencia.
Un buen mantenimiento incluye la revisión de la combustión, comprobación de la presión, estado del intercambiador, limpieza de residuos y verificación de seguridad. Todo esto prolonga la vida útil del equipo, reduce el consumo y evita averías costosas.
Además, tener la caldera en regla puede evitar problemas legales o con el seguro en caso de incidentes.
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